No me creerán las cosas que les diré, pues dicen que estoy realmente loco, pero loco de qué me pregunto cada mañana, pero la verdad es que ahora comienzo a contarles lo que ocurrió con todos aquellos, que alguna vez fueron artistas de una generación olvidada.
Siempre me sentaba allí esperado que alguna de esas sombras que pasaban por aquel parque se detuviera y me hablara, pero que estupidez me decía Gustavo cada vez que me encontraba allí fumando o bebiendo algo. Que personajes vi allí, pero yo esperaba que pasara aquella sombra que una vez me llevó a la casa de los perros nocturnos.
I
LA LLUVIA caía intensamente como pequeñas piedras, habíamos salido a juntarnos con los poetas que nos creíamos ser o por lo menos tratábamos de serlo. Nos convocamos como siempre en la casa de Gustavo, la cual era amplia y perfecta para nuestras tertulias, que a veces se basan en hablar de mujeres y algunos poemas y más de alguna vez en beber y fumar. Y es cuando empiezas con la duda, vale pena seguir con ellos o es mejor dejar la poesía a un lado y darle más tiempo al trabajo o quizás al estudio, pero todas las dudas desaparecen cuando estás allí conversando sobre algún poeta desconocido o recitando alguno de tus escritos. Así fue como pasamos muchas semanas y meses en casa de Gustavo, hasta la noche en que aparece uno de los más jóvenes del grupo acompañado de una niña, o más bien una joven, la cual nos deja atónitos a todos, nunca había estado una mujer. Aquella mujer de pelo castaño ondulado, delgada y risueña, era Catalina. Sí, Catalina sabía donde estaba, era más diestra con la poesía que nosotros, parecía que ella venía a sustituir el lugar de Gustavo, razón por la cual comenzó a ser despreciada por éste, además de su homosexualidad. Que hacía tan especial a Catalina, no lo sé.
II
DE VEZ EN CUANDO solía pasear por lo bares en busca de un nuevo compañero con quien hablar, pero sólo encontraba ebrios, pero que importaba yo también lo estaba. Más de alguna vez me encontré con Gustavo y su pareja en los bares céntricos, allí comenzábamos a hablar d algunos poetas muertos, claro, la pareja de Gustavo se ponía algo nervioso, parecía que recién estaba ingresando al mundo homosexual o que yo era una potencial pareja de Gustavo, no lo sé, pero esa misma noche veo a Catalina en un plaza, cercana a Brasil, la veo allí callada y con la mirada perdida en algunos perros que están jugando, su mirada perdida, la mirada que busca la belleza en las cosas más simples, pero ella estaba feliz a momentos viendo como esos perros se muerden como se miran como corren, no quise molestarla con mis palabras de ebrio y de entrometido, y seguí mi camino, pero a las pocas cuadras pude sentir pasos que me seguían de cerca era una sombra que se ocultaba tras los árboles tras los pilares y las entradas de las casas, el miedo que me rodeaba caminar por esas calles ahora era más intenso se volvía una potente máquina que hacía bombear mis sienes de manera que mis pensamientos se volvían caóticos. Al llegar al departamento me creí a salvo, pero la curiosidad del perseguido es mirar por la ventana, y al ver por la ventana la sombra seguía allí mirándome, nuestras miradas se cruzaron y un grupo de perros llegó al edificio, un grupo que salió de las sombras de los árboles. Esa noche no pude dormir por el terror que la sombra siguiese allí.
III
LA MAÑANA que llegué a la casa e Gustavo a contarle lo sucedido hace un par de noches atrás, se rió de mí ignorancia, como puedes reírte de eso, le dije, pero hombre como te va a estar siguiendo una sombra con perros, es absurdo y si fuese verdad, lo único que te perseguiría es tu conciencia de haber bebido toda la noche y de molestar a Francisco, Gustavo de verdad estaba allí lo vi, me seguía, sentía como los perros ladraban, pero como es posible eso hombre nadie sigue a las personas a menos que sea para asaltarlos o algo por el estilo, de verdad esa noche estabas demasiado ebrio, no recuerdas todas las estupideces que le dijiste al pobre de Francisco, desde esa noche que ya no quiere hablar conmigo, esa no te la perdono, sentía que mis palabras eran como hojas que se las llevaba el viento, yo sabía que los perros y las sombras estaban allí, pero Gustavo no creía nada, como comprobar que todo aquello era real.
El jueves caminando por Bellavista, sentí la sombra que estaba allá, en el Bar King, mirándome, podía recordar que esa era la misma mirada intensa que se cruzó aquella noche, estaba cerca podía sentir el sabor oscuro en mi garganta, quemándome, excitándome, vi como se acercaba a mí, no pude moverme, su mirada había paralizado todo mi cuerpo. Poco a poco la sombra fue aclarando su piel hasta convertirse o transformarse en Catalina, que dijo, hola ¿cómo estás?, mi mente que seguía mezclando la imagen obscena que tenía la sombra se embellecía con la luz de la luna o de los faroles de la noche, convirtiendo lo grotesco en lo bello, mi mente no podía dar con esa idea de transformación. Respondí titubeando un “bien ¿y tú?”, se rió, oye nos hemos visto antes no soy un fantasma que te encuentras en una esquina, dijo cariñosamente, ¿por qué no vienes a sentarte con nosotros?, está Gustavo y Matías, gracias, respondí, al llegar a la mesa, Gustavo me preguntó, ¿cómo están las sombras?, me sonrojé, pensé que no diría jamás eso, pensé que nunca se burlara de mis problemas, aún piensas que te están siguiendo, dijo mientras se reía con Matías. Tienes razón esa noche estaba muy ebrio, debe ser alguna alucinación que te dio después de fumar, me senté al lado de Catalina, que estaba bebiendo una cerveza, y fumando, podía oir que su respiración se hacía cada vez más fuerte, cada vez más notoria como si estuviéramos los dos en la misma cama, disfrutando del mismo sexo, bueno muchachos, nosotros nos vamos, tenemos que ir, dijo Gustavo, que se paró súbitamente y se fue seguido de Matías, no tenía idea que Gustavo era homosexual, me reí, desde que lo conozco es así, pero es buena persona, la noche se extendió como una mancha, mientras conversábamos de la vida y otros temas, escuché ladrar a un perro, me asuste, ¿qué te pasa?, pregunto Catalina, no, nada, sabes me siento algo incomodo aquí, podemos a ir mi departamento a beber algo, no está muy lejos de aquí, no hay problema, vamos respondió.
IV
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