martes, diciembre 12, 2006

Adolfo Couve: el pintor- escritor


"Yo como pintor he sido bastante flojo, irregular, tengo facilidades, pero no me he dedicado mucho y no me he jugado como me he jugado en "La Comedia del Arte". No se puede ser dos cosas, es muy difícil porque son distintas actitudes." A.C.

Cuando leí la Comedia del Arte me Maravillé con el escritor-pintor, quedé con la boca abierta al poder ver que su escritura se mezclaba con las descripciones como si fuese una pintura. Como era posible que se integraran la mundo los dioses anacrónicos del Olimpo, jugando con los destinos de las personas, guiando, paseandose por las cal
les de una Cartagena olvidada., una Cartagena que fue conservada en el tiempo porque se olvidaron de ella, ya a nadie le interesaba por eso cuando paso por ahí veo aquellas casas que me recuerdan sus tiempos de glorias, sus tiempos de riqueza, cuando fue el balneario por excelencia, pero el tiempo pasó y quedó allí.

El gusto que sentía Couve por esa singular playa, donde está la tumba de Huidobro, no lo podría describir, es algo que sólo Couve podría decir, si es que sabe porque llegó allí, a un lugar donde el tiempo se detuvo para dejarse ver, pero La Comedia del Arte no es sólo eso, sino que también es el retrato de un pintor sin animos, que los años pasaron por el también, donde sus pinturas no siempre fueron valoradas, éste debe ser el terror de todo artista: no ser reconocido, quedar en el anonimato. Alguna vez escuchue que era mejor que Couve se quedara escribiendo que pintando, no creo que sea tan cierto eso, vi un cuadro, tal vez sólo ese cuadro me recordó la soledad en la que debe estar un escritor o un pintor para crear, para embellecer lo que ve, si bien el cuadro me recordó un que vi en la plaza de armas, donde se ubican todos esos pintores, un cuadro que mostraba la soledad de una persona sentada en una banca de una alameda, un cuadro oscuro, con luz y sombra, un cuadro que me recordó la soledad de Kafka, y pienso que un hombre que siente una soledad por minutos, horas, días, meses e incluso años, podría crear aquel cuadro.

Si bien Couve omitía los detalles de sus cuadros dejando a veces a medio terminar los rostros o cuerpos, no deja lo mismo en La Comedia del Arte, el arquetipo de los pintores, d
e los dioses, de las musas, de que estamos hablando, Couve creó un mundo real dentro de la imaginación, dentro de lo extraño y lo perdido que puede llegar a ser Cartagena, pero no me sucede lo mismo con Cuando pienso en mi falta de Cabeza, la leo, pero a veces llego a sentir lastima, a veces llego a sentir que estractos tan buenos, pero luego caigo nuevamente en lo que es el vacío, a pesar de que es su obra póstuma, pienso que no podía dejar la Comedia del Arte a medias como sus cuadros sino que se debía terminar con la obra póstuma, que no debía tener un conclusión en su primera parte, que debía tener una final, que sucede con los personajes, que se pierden después de que es recogida la cabeza de cera, pero están allí, contados en Cuando pienso en mi falta de cabeza, allí está Marieta que se vuelve loca, alli está Bombillín, Aosta, allí están siendo finalizados como no lo fueron en la Comedia del arte, porque la Comedia del Arte es sólo de Camondo, es de él y para él.

Cuando pienso en mi falta de cabeza, me sorprendió nuevamente, me cayó mal, me
golpeó, me acarició, me besó, se desnudó, cualquier cosa pudo ser, la novela es caótica es que a veces llegué a pensar que aquellas páginas eran inservibles, como algunas que encontré en la Comedia del Arte, pero al terminar las dos novelas, ves que esas páginas están bien, están donde deben estar, ni muy atrás ni muy adelante, solía suceder que me encontraba en páginas que no entendía nada, las discuciones de dioses, la poseción, pero como dije no eran páginas perdidas, eran complementos de una obra de arte que se esboza lentamente.

Pensé que algún día llegaría ponerse esa cabeza, pero no fue necesario, ya estaba coronado como el pintor, ya no importaba encontrarla, ahora era así, no que interesaba si el era otro, pero no podía serlo, pues era Camondo, el pintor, y ahora reconocido por otros y olvidado por otros tantos. Es una novela poderosa, una narrativa demente, que sólo el podía escribir, a veces me recordaba a Donoso, pero no podemos compararlos, porque Couve tiene su propio estilo de narrativa dada por la pintura y por su propio esfuerzo, dejándose llevar por el arte de pintar mediante la escritura.

Sólo en la Comedia del Arte encontraremos a tales personajes, perdidos en el olvido de sus propios, en el pintor con futuro, en la musa inspiradora, la amante, los misterios, el amor por el arte y su desplomar, personajes que se vuelven a repetir en Cuando pienso en mi falta de Cabeza, donde se vuelven más humanos, más encarnados que nuncas, representaciones vivientes de lo que fuimos, somos o seremos. Vuelve a retormar los temas del arte, el amor, el romance, lo venerable, lo real, los místico, la busqueda de una cabeza, que tal vez es la busqueda de sí mismo en un mundo donde el arte fue olvidado, las reuniones familiares, las viejas, el mundo perdido de Cartagena, el mundo que fue olvidado, personajes que fueron olvidados, personajes típicos del mundo.

Sin lugar a dudas Couve me destruyó, me volvió loco con su narrativa, sus cuadros me traen recuerdos de la soledad, bien se dice que dejó una marcada huella en lo que es la narrativa chilena, pues se merece su lugar.


....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mientras las aguas se mantengan separadas, aunque conexas, literatura y pintura son buenas primas...eso de hacerselo a las dos al mismo tiempo
vaya tarea¡¡¡

rico escrito, saludos

m

Anónimo dijo...

alguien sabe dónde está enterrado?
angeto@ciudad.com.ar