miércoles, noviembre 12, 2008

Extracto

Cruzó el umbral de la casa con la mano izquierda en el cabello, tirándoselo como si fuera a arrancar alguno de ellos. Caminó hasta el comedor y lanzó su chaqueta a una silla. Marta que miraba desde lejos a Javier, con la misma cara de angustia, hacia que en su pecho afloraba la compasión por él. El mismo rostro, el mismo proceso, día tras días, verlo sentado mirando por la ventana hacia un pequeño patio, ver cada día como miraba el pequeño árbol que habían plantado ambos. Verlo allí fumando, cigarrillo tras cigarrillo. Ella se le acercó y puso sus manos en su hombro y dijo, no te preocupes, con esa voz calmada y que a la vez era una tormenta en la cabeza de Javier, una especie de confusión le producía escuchar aquellas palabras. Debo preocuparme. Hace seis meses que no consigo un trabajo, dijo Javier con la voz a punto de llorar por la desesperación. Hallaremos la forma de pagar las deudas amor, mientras acariciaba los hombros de Javier, en ese preciso momento la palabra amor le pareció repugnante.

Se levantó de la silla y pasó su manos por su cara, diciendo saldré a caminar un rato, necesito despejar un poco la mente, pero en su mente aún seguía dando vueltas la palabra amor. Se preguntó si alguna vez había sentido amor, si alguna vez había dicho que amaba, y finalmente pensó: nunca le he dicho amor a alguien. Caminó hasta una plaza y se sentó. Aún abrumado por la situación en la que estaba inmerso. Tomó otro cigarrillo y lo encendió cautelosamente con un fósforo. No quiso pensar. Se dedicó a ver a los niños jugar, pero se supo solo, con el cuerpo pesado y con dudas en su corazón. Fue entonces que vio a la hija de Claudia, vecina e íntima amiga de Marta, y supo que ya no quería a Marta, realmente nunca sintió algo por ella.

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