domingo, noviembre 02, 2008

30/10/2008

Sentir el ruido de la ciudad,
aislado, mirando volar las hojas
danzantes sobre los árboles,
que observan con sus ojos idos.

La tierra que se mueve en una sinfonia.
Las aves solitarias del cielo se cubren de espejos.

El bandoneón que resuena
en una esquina cualquiera,
como si fuese ésta la última
noche de música.

Las sombras de los callejones
iluminan sus caras con pequeñas fogatas.

La desolación de éste lugar,
es sentirse acompañado de extraños,
como un cuadro pintado con manos de madera.

"La ciudad es como un plano"
de calles vacias que mezclan
el sabor de la noche con el humo de historia de callejones.
Sombras que son personas, corren
entre los árboles, escondiéndose del viento.

Conocer al otro en un oscuro lugar,
conversar de todo y de nada.
Sentir el mundo detendo en un instante
cuando todos cantan a coro, es resistir al paso del tiempo
en un fragmento de papel.

Caminar por las calles vacías de sol,
sin destino, caminar para sentir el frío.
Saber que la luna no está,
y que no hay refugio en el corazón.

Los perros nocturnos son la única compañía
que nos queda en éste momento,
el ladrido nocturno, el terrible despertar en la noche,
desesperado por vivir.

No será ésta la última noche,
no quedarán sombras en esta ciudad,
sólo recuerdos. No habrá un Dios solitario
esperando una oración.
Sólo los recuerdos de caminar
junto a los perros nocturnos.

No hay comentarios.: