El horizonte se pierde tras la locura
Las sensaciones, una a una desaparecen
Los cuerpos lentamente se van quebrajando
Como una musa de Venus,
El viento que trae el recuerdo
A nuestras ventanas solitarias
Desde el oriente, con la imagen de un sol
Que nace desde el lejos,
Van desapareciendo los hombres
Envueltos en una nube de polvo.
Nuestras manos se vuelven el polvo
Que abrazamos desde niños
Y no quedará ni el silencio en esta tierra perdida
Ni seremos los restos de Pompeya.
No quedarán ni los dioses sobre los cuales
Tratamos de construir la historia,
La inmortalidad.
Nadie hablará ya de nosotros
Ni el horizonte, ni las estrellas
Que vigilan el olvido de la historia.
Y al final del día, como siempre
Quedará solo el polvo girando
Mientras una delgada lágrima cae
Condenada a la obscena desolación
De la soledad.