miércoles, julio 18, 2007

Un electroshock a lo que eramos hace casi un año...

Ha pasado casi un año en que trabajo en un proyecto, un proyecto para llamar la atención para crear un movimiento que fracasó tal vez de eso se traten de los movimientos y la literatura en general, del Fracaso. Siempre dije que lo terminaría para el Bolaño, pero no pude...

Historia de Diego...

13 de Febrero

Hoy por la mañana se fue Diego, nadie supo, nadie lo vio, sólo notamos su ausencia en el almuerzo. No nos escribió ni nada, así era Diego, una persona arbitraria, que se deja llevar por el viento que mueve las hojas.

20 de Febrero

Llamó Diego, saludó, y dijo que estaba bien y que no nos volveríamos a ver. Lloré, Andrea también.

Estos días he visto su habitación, dejó todo, sólo se llevó unos libros. A veces lloraba cuando veía algún retrato de él, aunque había pocos de él, nunca le gustaron las fotos, y la que salía toda la familia con él, fue la única que se llevó.

10 de Abril

Ha pasado más de una año desde que se fue Diego, a veces llama, pero nunca dice donde está, sólo pregunta…

En algún lugar, Diego recorre las calles ya olvidadas, su vida anterior y construyendo algo semejante a otra. Los de la calle le llaman el Huerfanito, pues nadie sabía quienes eran sus padres, había aparecido con una mochila, un abrigo y unos guantes rotos, eran tan mendigo como con los que comían, así se le podía describir.

Aquella noche en la que llegó se sentía vacío, había escapado a su pasado o por lo menos eso creía Diego, pero de alguna u otra manera él sabía que no se puede escapar al destino que nos consume lentamente como las llamas que envuelven a la leña. El frío traspasaba las ropas que traía Diego, sus manos rojas y las rodillas congeladas, no pudo caminar más de cuatro cuadras cuando vio un grupo de viejos que se refugiaban entre cartones y frazadas viejas y una fogata pequeña. Caminó hasta ellos y se sentó sin decir una palabra, sólo vio como lo miraban y como lo hacía entre ellos, diciéndose ha llegado otro más.

Pude ver la desesperanza en los ojos que se cubría con el humo de los diarios quemados y los cartones, las manos cubiertas de tierra y también allí estaba yo, noté que a uno le faltaba un ojo, cosa que me llamaba la atención pero trataba de no mirarlo, mi deseo no era llamar la atención sentarme allí pasar la noche y seguir, seguir nuevamente en éste viaje que no tiene fin, o tal vez alguna vez lo tuvo, pero ahora estoy solo conmigo y es lo que necesito, no necesito nada más, necesito alejarme de lo que me hace daño, para al fin encontrarme conmigo mismo, saber lo que quiero…Lentamente se fue durmiendo mientras el calor llegó a su cuerpo delgado

A la mañana siguiente alguien lo movió y le dijo, hijo nos tenemos que ir, Diego se estremeció al ver la cara del tuerto, y éste se rió mostrando sus roídos dientes amarillentos, vamos cabro chico que la gente ya está llegando, ¿cómo te llamaí?, eso no importa mucho aquí o si, le respondió Diego, en verdad no tiene ningún valor como te llamí, pero por último pa’ saber como te dicen, dijo mientras sacaba un cigarrillo y lo encendía el tuerto, me llamo Diego, y soy de Santiago, otro santiaguino más, dijo otro que se acercaba y que estaba atento a la conversación entre el tuerto y el joven. Se levantaron y recogieron los cartones y los enrollaron para luego irse a algún lugar.

Esa mañana el tuerto le invitó una café barato al joven, y el último el conversó algo de su vida, a lo que el tuerto sólo asentía, no opinó en toda la mañana.

- Bueno aquí los chiquillos me dicen el Tuerto- dijo – bueno ya te habrás dado cuenta porqué-

-Todos tenemos nuestras historias- Dijo Diego

-Si y cada una es distinta yo llegué acá porque vi como mi mujer se acostaba con mi hermano – comenzó a contarle el tuerto- no aguanté y los acuchillé allí mismo.

- La verdad es que ni me arrepiento de la huea, pasé unos años en la cana- dijo mientras Diego le ofrecía un cigarrillo

- Era un día viernes y yo venía de la pega- dijo y encendió el cigarrillo – yo tenía toda la tincaba que me estaban poniendo el gorro, pero no nunca con mi propio hermano-

- Oye huerfanito si es la pura verdad lo que te digo- le dijo a Diego que lo miraba con ojos extraños- si yo era muy hueón trabajaba hasta muy tarde-

- Cuando me recibí de sociólogo puta que era bueno, y tuve que tirar todo por una puta, ya después nadie más me dio trabajo- dijo mientras se tomaba la cara como si fuera a llorar y después de eso escupió.

- Mi vida después de eso fue una mierda, nadie me dio pega me echaron de donde vivía y terminé en la calle- fue lo último que dijo.

Terminaron el café y se fueron caminando lentamente, es cierto, Diego había dejado su vida atrás, había dejado de ser él, como cada uno con los que dormía en las noches, ahora se había convertido en el Huerfanito, pues se decía entre los mendigos que había llegado y que nadie sabía quien era su padre ni su madre, sólo llegó una noche fría de verano

Aquel tiempo para el Huerfanito fue duro, le duele ser real, decía el Tuerto al Quiltro (que era una mezcla de colores y razas que nadie entendía sólo el Quiltro). Si bien el Tuerto fue como un padre para el Huerfanito en la calle, poco a poco se fue desligando de él, aprendió lo necesario de él y algo más para resistir las lluvias y el hambre.

Cada mañana sale y nadie sabe pa’ onde va, dijo el Quiltro, debe ir a robar algún libro, vo sabí que tiene una manía por leer, le respondió el Tuerto, ese cabro va a lograr que nos echen de aquí si lo pillan, gritó el Quiltro. El Huesos que los miraba desde lejos, se acercó al Tuerto, le tocó el hombro y dijo, el Quiltro tiene razón y vo lo sabí, es muy irresponsable para que viva con nosotros. Se sorprendieron cuando escuchado decir, una vida silenciosa, sin molestias ni ataduras llevamos aquí, dijo el Huerfanito. El Quiltro que lo había visto llegar le dijo, vo creí que eso te da el derecho de darle motivos a los pacos pa` que nos echen a todos de acá, mira hueón, ésta es una advertencia no más la próxima no te va a salvar nadie

martes, julio 03, 2007

El silencio Macabro

El Silencio Macabro

A una Chica

El silencio es como una vida, llega para luego irse

Tan breve y tan lejano que no logras captar su esencia

Se envuelve como si fuera una diabólica maraña

Que atraviesa las rocas y los árboles.

Mientras los delgados labios tratan de decir algo

Él llega y arrebata cualquier indicio de sonido

Consumiendo todo a su alrededor en un fuego oscuro

Que alimenta nuestras olvidadas vidas pasadas.

Y el lenguaje se vuelve un campo extraño

Donde las palabras perdieron todo valor

Ahora los gestos, las muecas, las sonrisas

Los llantos y las carcajadas, todo se ha vuelto silencio

Pues es el reino del silencio donde habitamos

E inventamos el sonido para transmitir la esencia más pura

Que sólo habita en nuestras almas.

Si logras sentir el silencio amargo de las vidas pasadas

Es que aún

Se siente el olor amargo del vino

Mientras se consume la última vela que tenemos

El silencio es como una llamada de auxilio

Y las caras que apenas se ven, pero se escucha su respiración.

Una suerte de fuerzas antiguas nubla mi mente

Me lleva a viejos rincones que pisé en otros tiempos

Rincones que alguna vez pensé que no pisaría.

Mientras ráfagas de viento mueven los cabellos

Se mezclan los aromas, originado nuevas esencias

Que son recordadas por años, y pasan de vida en vida

Ahora que hemos vivido como si un dios

Nos hubiera condenado al más cruel castigo

Que hemos llamado soledad.

Me detengo a mirar la profundidad del cielo

Veo en el tu ojos oscuros,

Pero es sólo un engaño, una ilusión, como tantos otros que he vivido

En éste exilio que ha durado tantas vidas

Al fin he sentido un lugar donde pueda vivir,

Tal vez le pueda llamar hogar algún día,

Después de habitar múltiples bosques y playas

Donde he sido un extranjero más

Desde Aquí donde viví años, y vidas anteriores

La luna, intento verla más brillante

Le ruego que me acompañe en mi soledad

Y calme ésta amargura, que sube por mi pecho

Como si llegara la ahora de la más triste despedida.